Tuve el placer de conocer a Carolina Pascual hace ya un par de años gracias al programa "Todos Olímpicos" que hicimos en el colegio donde trabajo.
Carolina Pascual fue una de las deportistas más destacadas en las olimpiadas de Barcelona en 1992. Consiguió la medalla de plata en la final de gimnasia rítmica con tan sólo 16 años, convirtiéndose en la deportista española más joven en conseguirlo. Compitió de una forma admirable ante las todopoderosas rusas y búlgaras. Carolina no cometió ni un sólo fallo.
Me cautivó por muchos motivos desde el primer momento; su extraordinaria energía, de esas que contagian y llenan el espacio en el que se encuentra: su arrolladora personalidad que hipnotiza y es difícil no enamorarse de su pasión por el deporte; amable, simpática, divertida, cercana y con ese punto de orgullo que es imprescindible para conseguir grandes retos.
Se mantiene en un estado de forma extraordinario, demostrando una naturalidad y una vitalidad de esas que dan envidia, pero que te alegra la vida.
Posteriormente a la ponencia y demostraciones estuvimos comiendo en las dependencias del colegio. Un encuentro divertidísimo donde contó anécdotas y chascarrillos de su experiencia en los JJOO.
En el mundo del deporte es difícil hacer comprender siquiera someramente a los espectadores y aficionados, la extraordinaria dureza el sacrificio y el trabajo tan enorme que supone ser una deportista como ella.
Sin embargo en aquella comida informal de 5 personas, todos enmudecieron ante el relato esclarecedor de cómo se convierte una niña en una deportista de alto rendimiento. Quedaron realmente impactados. Pero no porque no intuyeran que no es cosa fácil ser un deportista de ese nivel, sino porque Carolina tiene una forma de expresarse -verbal, corporal y gestualmente- que hace que el oyente a distancia corta se ponga literalmente "en sus zapatos"
¡Fantástica!
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